CURSO 2022 – 2023 “CUÍDATE, CUÍDAME”
FUNDAMENTACIÓN DEL LEMA
El lema pastoral propuesto para el curso 2022-23 es CUÍDATE, CUÍDAME. El concepto actual de cuidado abarca por un lado, la acción de cuidar a alguien y por otro, al modo de actuar de la persona que pone interés y atención en lo que hace para que salga lo mejor posible. Al ser palpable la vulnerabilidad de todos, ricos y pobres, jóvenes y ancianos, hombres y mujeres, aparece en toda su dimensión la necesidad de cuidarse, de tener alguien que cuide al necesitado y de cuidar a otros.
El cuidado se convierte en un artículo de primera necesidad. La pandemia ha mostrado ejemplos heroicos de personas que cuidan a otros por altruismo, por sentido de solidaridad y por vocación religiosa, por amor, en definitiva. Llegó para quedarse el concepto de cultura del cuidado como una realidad que abarca muchas dimensiones. El cuidado significa pensar en las necesidades de los demás al igual que de las nuestras, y ejercitar acciones que ayuden a todos, eliminando aquello que pueda perjudicar a los demás. Enemigos del cuidado son la indiferencia, el egocentrismo, el rechazo, el abandono, la desidia, cualquier forma de discriminación y exclusión, etc. El cuidado está alineado con la solidaridad y la fraternidad. Cuidemos el cuidado. Dios es el que me cuida, el buen pastor, el que no nos deja ni abandona. Somos únicos e irrepetibles para Él. La importancia de sentirnos queridos por Él.
La acción pastoral de la Iglesia se fundamenta en el ejemplo de Jesucristo buen Pastor porque cuida de los suyos, los conoce por su nombre y se desvive por ellos. Más allá de la circunstancia, tenemos por delante el reto de plantear una pastoral cuidada, cuidadosa y que cuida respondiendo realmente a lo que puede ser significativo en el mundo hoy. Hoy encontramos a nuestro alrededor innumerables personas heridas, desesperanzadas e incluso desilusionadas. Todo ello nos pone ante los ojos la necesidad de cuidar.
En palabras del Papa Francisco: “porque todas las criaturas están conectadas, cada una debe ser valorada con afecto y admiración, y
todos los seres nos necesitamos unos a otros.” (Papa Francisco. “Laudato Si” Capítulo 2 no5.)
Evangelio y oraciones agustinianas que nos acompañarán durante el curso.
Del Evangelio de San Lucas:
En esto un doctor de la ley se levantó y, para ponerlo a prueba, le preguntó:
—Maestro, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna? Jesús le contestó: —
¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué es lo que lees? Respondió: —Amarás al Señor
tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas, con toda
tu mente, y al prójimo como a ti mismo. Entonces le dijo: —Has respondido
correctamente: obra así y vivirás. Él, queriendo justificarse, preguntó a Jesús:
—¿Y quién es mi prójimo? Jesús le contestó: —Un hombre bajaba de
Jerusalén a Jericó. Tropezó con unos asaltantes que lo desnudaron, lo hirieron
y se fueron dejándolo medio muerto. Coincidió que bajaba por aquel camino
un sacerdote y, al verlo, pasó de largo. Lo mismo un levita, llegó al lugar, lo
vio y pasó de largo. Un samaritano que iba de camino llegó adonde estaba, lo
vio y se compadeció. Le echó aceite y vino en las heridas y se las vendó.
Después, montándolo en su cabalgadura, lo condujo a una posada y lo cuidó.
Al día siguiente sacó dos denarios, se los dio al posadero y le encargó: Cuida
de él, y lo que gastes de más te lo pagaré a la vuelta. ¿Quién de los tres te
parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los asaltantes?
Contestó: —El que lo trató con misericordia. Y Jesús le dijo: —Ve y haz tú lo
mismo. (Lc 8, 25-37.)
Frases y oraciones de San Agustín que utilizaremos durante el curso:
● “Cuidar ejercitando la paciencia, generando esperanza y en
corresponsabilidad; desde el don de uno mismo (San Agustín. “Patris
corde 20,25”).”
● “Señor, tú que nos diste el que te encontráramos y el ánimo para seguir
buscándote, no nos abandones al cansancio ni a la desesperanza.
Haznos buscarte siempre y cada vez con más ardor. Y danos fuerzas
para continuar en ella. Ante ti ponemos nuestra fortaleza y, con ella,
nuestra debilidad. Acreciéntanos la primera y cúranos la segunda.
Ante ti ponemos nuestra ciencia y, con ella, nuestra ignorancia. Allí
donde nos abriste, recíbenos, pues estamos entrando. Allí donde nos
cerraste, ábrenos, pues estamos llamando. Que nos acordemos de ti.
Que te comprendamos. Que te amemos.” (San Agustín. La Trinidad XV,
28, 51)